NARRADOR:
Los signos de puntuación no se ponían de acuerdo. Era difícil
decidir quiénes eran más necesarios en el mundo, si los números o las
letras.
(Signos
dando vueltas alrededor del banco del parque)
Signo
1: Yo creo que el 1 tenía razón, es importante el oro...
Signo
2: Ya, pero también la amistad, el amor, como decía A...
Signo
3: No vamos a decidirnos nunca, si seguimos así...
NARRADOR:
Pero lo cierto es que la mayoría de los números y letras tenían ya
dudas sobre quién era mejor, si es que alguno de los dos grupos
valía más que el otro, realmente:
Número
1 (sentado solo en el banco del parque): La verdad es que no tener
amigos, estar siempre solo, correr por delante de los demás, abrir
la fila... Es un poco triste.
(Se
va)
Letra
A (ocupando el sitio dejado por 1): Ser la primera letra es una
responsabilidad enorme. Todo el mundo se fija en ti.
(Se
va)
Número
2 (ocupando el banco, al mismo tiempo que S por el otro lado): Me
duele el cuello, de llevarlo tan estirado. Qué cansado es ser número
2 (suspira)
Letra
S: Qué mareo llevo, madre, caminar haciendo eses todo el tiempo te
deja para el arrastre... (suspira)
Se
miran. Se sonríen. El 2 prueba a alejarse caminando como una S. La
S, como un 2.
NARRADOR:
Mientras tanto, los números y las letras adultos también iban
acercando posturas.
(Don
Infinito y 3 se cruzan por la calle a las letras S, M y N)
Don
Infinito inclina la cabeza y sigue contando números. Las letras le
hacen una reverencia. Don Infinito se gira, ve cómo se sientan en un
banco, sacan sus golondrinas y niñas del bosque del bolso, se ponen
la servilleta anudada al cuello y empiezan a contar y comer.
Letra
M: Volverán las oscuras golondrinas...
Letra
S: Ummmm, volverán, volverán...
Don
Infinito se gira, se acerca, se sienta disimuladamente en el banco. N
le ofrece una golondrina y los cuatro se quedan sentados.
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