TERCER
ACTO:
Narrador:
En los días que siguieron a las competiciones de números y letras,
el jurado compuesto por los signos de puntuación mantenía en
secreto sus reuniones y lo que pensaban acerca de con quiénes debían
irse. Mientras, la letra 0 y el número 0 se veían en secreto, pues
a lo largo del concurso descubrieron que tenían mil cosas en común,
y deseaban conocerse mejor.
LETRA
O: Oh,
cero, de verdad que me dejas sin palabras. Yo que soy la letra de la
sorpresa y el asombro me quedo con la boca abierta contigo. Eres un
número importantísimo. Cuánto me alegro de que nos parezcamos
tanto como dos gotas de agua. Desde que te vi, en el concurso,
redondito como una pelota de tenis, todo es diferente.
NÚMERO
0: Ni que lo digas, O querida, no sé cómo yo podía vivir sin ti,
cómo no te he
conocido antes... De verdad que hasta que apareciste en medio de ese
escenario, redonda como una rueda de bicicleta, yo era un cero a la
izquierda...
NARRADOR:
Y así se pasaban las horas, juntos y redondos como dos pelotas de
tenis o las ruedas de una bicicleta. No eran la única pareja extraña
que se sentía realizada. Por su parte, Ñ y 8, los freakis, los
incomprendidos, se encontraban siempre que podían a escondidas y se
contaban sus penurias.
LETRA
Ñ: A veces querría no ser yo... Una letra sin turbante, sin este
gorro incómodo.
NÚMERO
8: Cómo te comprendo, Ñ. Si a mí no me sobraran tantos kilos, si
pudiera caminar más ligero y no rompiera las sillas cuando me
siento, todo sería más sencillo.
(Suspiran
ambos, a la vez, cogiéndose de las manos)
Ñ
y 8, a la vez: Menos mal que te tengo a ti para desahogarme.
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